En cuanto a la frecuencia de la ducha, la mayoría de los expertos coinciden en que una ducha (o baño) al día es suficiente para mantenernos limpios y sanos. Por supuesto, también influyen factores como nuestro estilo de vida y nivel de actividad. ¿Sudas a diario en clases de ejercicio de alta intensidad? Probablemente querrás ducharte después. ¿Trabajas con comida, en un hospital o al aire libre? Una ducha extra al llegar a casa parece una medida inteligente.
Aunque la regularidad con la que nos duchamos suele depender de nuestras preferencias personales y de nuestro grado de actividad, hay otros factores que pueden influir en nuestra rutina, como el tipo de piel, los problemas de salud o incluso la edad. Por ejemplo, algunas mujeres con síntomas menopáusicos, como sofocos o sudores nocturnos, pueden preferir ducharse más a menudo, al igual que quienes tienen la piel más grasa. Del mismo modo, los bebés muy pequeños y los niños suelen necesitar lavarse con menos frecuencia, y quienes tienen la piel seca podrían ducharse con menos frecuencia, por miedo a resecar la piel (hablaremos de ello más adelante).
¿Qué ocurre cuando no nos duchamos lo suficiente?
Lo entendemos: a veces resulta tentador pulsar el botón de repetición de la alarma y saltarse la ducha, pero no ducharse con suficiente frecuencia puede agravar multitud de problemas cutáneos, desde irritaciones leves y piel sin brillo hasta enfermedades como la psoriasis, la dermatitis, el eccema y el acné. También aumenta el riesgo de infecciones causadas por hongos si no eliminas con regularidad la acumulación de células cutáneas muertas, suciedad, sudor y bacterias en la superficie de la piel. Ah, y también está el pequeño problema del olor corporal: cuando el sudor se mezcla con las bacterias naturales de la piel, es cuando las cosas pueden empezar a ponerse muy olorosas.
¿Tienes la piel seca o sensible y te preocupa ducharte demasiado? Si la idea de ducharte a diario hace que tu piel se reseque o te pique, es hora de actualizar tus productos. A diferencia del jabón común, la barra Dove Sensitive Skin Beauty Bar es hipoalergénica y no deja residuos en la piel ni la reseca, lo que la convierte en una gran compañera para la ducha diaria. Nuestro limpiador Dove Body Love Moisture Boost Serum-Infused Body Cleanser está elaborado con ingredientes para el cuidado facial como el suero de ácido hialurónico y el aceite de moringa, que potencian la hidratación de tu piel y fortalecen esa delicada barrera cutánea.
¿Qué puede ocurrir si nos duchamos con demasiada frecuencia?
Aunque no ducharse lo suficiente no es bueno para la piel, lo mismo puede decirse de ducharse con demasiada frecuencia. Además de eliminar las bacterias nocivas de la piel, ducharse demasiado también elimina las bacterias beneficiosas, que nuestro sistema inmunitario necesita para funcionar. Algunos expertos afirman que esto puede hacernos más susceptibles a las infecciones, lo cual no es una buena noticia.
Además de desperdiciar agua, ducharse más de lo necesario también puede eliminar los aceites naturales de la piel y el cabello, lo que altera la barrera cutánea y provoca sequedad e irritación. Quienes padecen enfermedades como psoriasis o eccema también pueden sufrir brotes. ¿Necesitas más de una o dos duchas al día? Cuando hace calor o si haces ejercicio con regularidad, puede ser necesario, en cuyo caso procura que las duchas sean cortas (de unos minutos cada una) y evita las temperaturas altas que pueden agravar la piel. Utilizar un limpiador suave o un gel de ducha también puede ayudar: nuestro jabón Dove Soothing Care Body Wash for Sensitive Skin con aceite de caléndula hidrata y repone la piel en una sola ducha.
¿Debes ducharte con agua fría o caliente después de hacer ejercicio?
¿Te tienta bajar la temperatura para disfrutar de esas propiedades beneficiosas para la salud? Curiosamente, los estudios sugieren que tanto la exposición al agua fría como la caliente después del ejercicio pueden tener sus beneficios. Los estudios indican que las duchas frías, por ejemplo, pueden estimular el sistema nervioso simpático, además de reforzar la recuperación e incluso mejorar tu sistema inmunitario y tu estado de ánimo. Del mismo modo, las investigaciones han descubierto que, dado que el calor puede aumentar el flujo sanguíneo, una ducha o un baño calientes también pueden resultar beneficiosos para la recuperación.
¿No sabes qué temperatura elegir? Variar la temperatura puede ser una decisión inteligente, ya que alternar el frío y el calor puede reportar impresionantes beneficios para la salud (un estudio demostró que las personas que se duchaban habitualmente con agua fría y caliente registraban una reducción del 29 % de las bajas laborales). ¿Y lo mejor? Basta con 30 segundos de agua fría.